lunes, 22 de diciembre de 2014

Nictofilia


Pasando de página en página web, pude darme cuenta en un boleto de la lotería española,  que solo faltan 9 días para que se termine el año. Realmente este no ha sido un año fácil. No lo rotulare como difícil, sé que las cosas podrían empeorar.
Cuando estamos en ese punto de detenernos un momento y mirar hacia atrás, y darnos cuenta de todo lo que hemos hecho, creo que resulta más reconfortante ver una lista llena que una vacía, aun cuando todas las cosas que pongamos en estas no sean propiamente buenas.
Ese es el punto. No puedo simplemente hacer de cuenta que paso lista y “chulear” con un guiño todo lo que este año deja atrás, pero si me siento muy contento de que esta lista este, de ver todas y cada una de las cosas que para bien o mal ahí se encuentran. Fue un año productivo. Todas estas palabras, son solo para recordarme que, quizá este sea el último post del año. Es que no pude evitar recordar el primero. De hecho me resulto muy fácil y a la vez desalentador notar que son muy pocas las entradas que conseguí lograr desde que abrí el blog hasta ahora. Y no es que se suponga que deba haber un mínimo aceptable o algo por el estilo, solo que mentiría si pretendo decir que no eran otras mis expectativas. Es que realmente son muchas las cosas que me aquejan, o mejor dicho, aquejaban a diario. Es que desde que decidí tomar esto como terapia, parece que ha funcionado de maravilla, casi que instantáneamente. Todos los tormentos se han ido, toda la inspiración, todo ese no sé qué.  Ya no hay más de que escribir, aunque todos los líos parecen no haberse ido, solo se ocultan.
Pensando en todo eso  he llegado a una conclusión, soy un cobarde. Me ha resultado más sencillo simplemente hacerme líos 24/7 con lo mismo una y otra vez. Soy como una especie de monje penante que cree que, con hacerse el mártir una y otra vez ha logrado algo. La realidad es que no es así. Los problemas no están para agacharles la mirada, sino, para afrontarlos. Y ciertamente es que esta, el blog, me resultaba la mejor de las formas para hacerlo. Me ha tomado un poco aceptarlo, pero en la medida que lo vaya asimilando, sé que lo poder superar.
Realmente no me ha resultado sencillo. El insomnio me sigue acompañando noche tras noche. De hecho, ya ni lo veo como algo malo o extraño. Hace pocos días descubrí, en una página que ni recuerdo, que se puede tener cierta afinidad por “pernoctar en vela la noche entera” (no sea si sea esto un pleonasmo) y  hasta encontrarle cierto gusto. A mí me sonó simplemente caer en un rotulo más, en un común. Así se soluciona ahora todo. Como nos sentimos tan solos y únicos en el mundo, siempre surge una palabra nueva, que más allá de parecer vacía, abarca un sinnúmero de significados, que pretenden acercarnos un poco más los unos a los otros, vernos iguales, semejantes (no sé qué tanto le sirve eso a algunos, ciertamente a mí no). Lo innegable es que aunque no me la pasé mal, tampoco puedo decir que me la paso bien, o que lo disfrute. Y era esa una de las principales ideas de hacer todo esto, sacarme esos líos que a mi parecer, no me estaban dejando descansar en mí mismo. Es que ya a estas alturas, estoy plenamente convencido, que no lo podre hacer en los demás, que nunca encajare para nadie y que por tal razón no podre sentirme a gusto con casi nadie.
Y viene aquí el brote de cobardía, le rechazo a lo que me plantee como solución y que más bien se mostró como esa antítesis a los esquemas que me he propuesto superar para así lograrme sentir bien conmigo. Creo que eso fue en un arranque de loca valentía, valentía que a veces parece irse toda, y que de hecho, no me ha acompañado últimamente. De momentos me hace pensar que realmente hago drama, que no está pasando nada. Pero no lo puedo aceptar. No puedo pretender acostumbrarme a estar siempre así.

Este es solo otro intento.
Ya hay un punto para el 2015
Dejare que fluya!



jueves, 11 de diciembre de 2014

De Piedra y de Viento (Yin)


Inútilmente tu recuerdo vaga en la noche. ¿Eres de piedra? Soy de viento...

Así rezan las primeras líneas de un poema de una escritora local. No sé por qué no puedo evitar sentirme embargado por la nostalgia, una especie de extraño deleite con cada una de sus palabras, pero en especial, con esas.
Por demás, siento claro que, es un grito desde lo más profundo de su alma plasmado en una hoja.
Por demás, tengo claro que, al ser un poema, es inevitable que evoque en mí sentimientos, que quizá no sean más que la intención manifiesta de un alma en su roll de artista, que busca reflejar en sus lectores ese sentimiento que quizá encuentra difícil de guardar o callar.
Miles son las ideas que con ahínco engrano buscando una justificación a mi palpable interés e identificación con tan –ahora resonante en mi mente– cita.
Inútilmente tu recuerdo vaga en la noche. ¡Retumba una y otra vez! –Acaso haciendo referencia a aquello que concebimos en alguno momento, y que ahora simplemente no encaja en el final, como lo es la noche para el día, y se perdiera vagabundo–.
¿Eres de piedra? –Pregunta– Soy de viento –Afirma– ¿Es acaso la forma de dejar clara las diferencias? Es que así se vuelve todo al final, reproches. Te muestras firme como la piedra, tienes tus fortalezas, que a la vez son tu debilidad, lo que nos hace diferentes. Necesitas hacerte sentir, verte fuerte, sentar peso, precedentes y anclarte inamovible al suelo. Yo, un ser libre, que puede estar y no a la vez, que no precisa ni de un cuerpo para ser, para hacerse sentir, que solo va de paso, que quizá no se ha ido porque en realidad nuca estuvo. – todo vuelve oscuro el panorama –.
El poema en sí, trascurre de igual forma, con empinadas cuestas que solo aguardan el momento menos justo para dejarnos caer en picada y siendo plano a la vez, desentrañando constantemente un mar de sentimientos que, en mi particular experiencia de lector, no me vende más que el desolador cuadro de reproches que implico plasmar tales palabras, cuadro que decido comprar.
Trato y es inútil resbalar tu recuerdo. – intento no pensar en lo pasado, aunque es una idea muy clara, que no me permite mostrarme indiferente ante lo sucedido.
He pensado que tal vez el tiempo es un muñeco cómplice que se complace en anunciarte. – Vuelves una y otra vez a mí. Tú como idea, orquestado por las horas que recapitulan consigo todo, desde que existimos, hasta el presente –.
Continuando con dos preguntas, a mí parecer, una en forma de conclusión y otra como punto final.
¿Podrías cancelar todas tus citas? – pregunta, como queriendo decir que hay algo más importante que todo aquello que aguarda por atención, que en forma de turnos agendados, parece reclamar un orden lógico y secuencial a lo que en ultimas no lo merece tanto como el claro reclamo de este escrito –.
¿Quedarnos en el silencio? – Recordando el triste final, la cloaca común donde reposa los despojos de todo aquello que fue para todos aquellos que una vez fueron, y que ahora simplemente no son más. Y es que es eso lo que queda para aquellos que pudiendo no lo hicieron, y que quedándose se consumieron en lo que solo vieron como uno más de los escenarios y que enmascarado escondía lo que sirvió no más que como el preámbulo que anuncio lo que ahora es un sostenido final.