jueves, 11 de diciembre de 2014

De Piedra y de Viento (Yin)


Inútilmente tu recuerdo vaga en la noche. ¿Eres de piedra? Soy de viento...

Así rezan las primeras líneas de un poema de una escritora local. No sé por qué no puedo evitar sentirme embargado por la nostalgia, una especie de extraño deleite con cada una de sus palabras, pero en especial, con esas.
Por demás, siento claro que, es un grito desde lo más profundo de su alma plasmado en una hoja.
Por demás, tengo claro que, al ser un poema, es inevitable que evoque en mí sentimientos, que quizá no sean más que la intención manifiesta de un alma en su roll de artista, que busca reflejar en sus lectores ese sentimiento que quizá encuentra difícil de guardar o callar.
Miles son las ideas que con ahínco engrano buscando una justificación a mi palpable interés e identificación con tan –ahora resonante en mi mente– cita.
Inútilmente tu recuerdo vaga en la noche. ¡Retumba una y otra vez! –Acaso haciendo referencia a aquello que concebimos en alguno momento, y que ahora simplemente no encaja en el final, como lo es la noche para el día, y se perdiera vagabundo–.
¿Eres de piedra? –Pregunta– Soy de viento –Afirma– ¿Es acaso la forma de dejar clara las diferencias? Es que así se vuelve todo al final, reproches. Te muestras firme como la piedra, tienes tus fortalezas, que a la vez son tu debilidad, lo que nos hace diferentes. Necesitas hacerte sentir, verte fuerte, sentar peso, precedentes y anclarte inamovible al suelo. Yo, un ser libre, que puede estar y no a la vez, que no precisa ni de un cuerpo para ser, para hacerse sentir, que solo va de paso, que quizá no se ha ido porque en realidad nuca estuvo. – todo vuelve oscuro el panorama –.
El poema en sí, trascurre de igual forma, con empinadas cuestas que solo aguardan el momento menos justo para dejarnos caer en picada y siendo plano a la vez, desentrañando constantemente un mar de sentimientos que, en mi particular experiencia de lector, no me vende más que el desolador cuadro de reproches que implico plasmar tales palabras, cuadro que decido comprar.
Trato y es inútil resbalar tu recuerdo. – intento no pensar en lo pasado, aunque es una idea muy clara, que no me permite mostrarme indiferente ante lo sucedido.
He pensado que tal vez el tiempo es un muñeco cómplice que se complace en anunciarte. – Vuelves una y otra vez a mí. Tú como idea, orquestado por las horas que recapitulan consigo todo, desde que existimos, hasta el presente –.
Continuando con dos preguntas, a mí parecer, una en forma de conclusión y otra como punto final.
¿Podrías cancelar todas tus citas? – pregunta, como queriendo decir que hay algo más importante que todo aquello que aguarda por atención, que en forma de turnos agendados, parece reclamar un orden lógico y secuencial a lo que en ultimas no lo merece tanto como el claro reclamo de este escrito –.
¿Quedarnos en el silencio? – Recordando el triste final, la cloaca común donde reposa los despojos de todo aquello que fue para todos aquellos que una vez fueron, y que ahora simplemente no son más. Y es que es eso lo que queda para aquellos que pudiendo no lo hicieron, y que quedándose se consumieron en lo que solo vieron como uno más de los escenarios y que enmascarado escondía lo que sirvió no más que como el preámbulo que anuncio lo que ahora es un sostenido final.




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