sábado, 20 de abril de 2019

DE ESAS VIDAS QUE ANHELO, MIENTRAS SUEÑO DESPIERTO.



A veces sueño que tengo otra vida, luego despierto y lo olvido. Pero el recuerdo inconsciente sigue ahí, como una sombra sobre mi memoria, que al cerrar los ojos, ve en mis parpados, destellos que no logro vislumbrar.
Eso me genera desconcierto, el anhelo de lo que desconozco, pero que si siento. No puedo entender de momentos, como me hallo meditando  sobre ideas de la nada. Desearía profundamente que un día entre sueños consiga un poco más de lucidez. Que me permitiera mi mente conservar un recuerdo de algo, que así haya sido en medio de lo fantasioso y de lo onírico, se me haya regalado.
Quizá en otra vida soy otro ser, quizá cuando cierro los ojos me veo a mi mismo observando la lluvia caer y como prisma que refracta la luz en colores, me veo a mi mismo observándome en otras realidades. Allá mientras camino por la noche que es fría y la lluvia cae. Y respiro hondo y profundo, porque es el momento en que se siente más limpio el airea. Los olores de las pavimentadas, sucias y transitadas callas se pierden y logra emanar de las entrañas de la tierra ese olor de nuestra esencia, arena mojada. Cierro los ojos para potenciar mis otros sentidos. Par sentir el golpe de las gotas de lluvia que caen en mi cabeza, que levanto y las recibo ahora en la cara, muchas, me mojan, pero las siento, primero al caer y luego corriendo por mi piel. Pienso que ahí donde estoy, me siento feliz. Abro los ojos para adueñarme de ese momentos, para hacerlo mío y grabarlo en mi memoria. Como queriendo un poco de consciencia de lo que me hace feliz, pero grabando para luego recordar, saber a dónde ir. Estoy sobre un puente peatonal en medio de la ciudad y de la nada, me agarro del manubrio mojado que es metálicos y está helado,  me sorprendo, pero no lo suelto porque eso es lo que busco, eso es lo que quiero. Sentir el momento,  sentirme a mí.
Camino lentamente, bajo el agua  que cae, con el frio, en la noche. Veo la lluvia caer gota a gota, y refractarse al pasar por la luz de las farolas del alumbrado público. Me quedo atento y detenido, ahí, observando. Veo como cae rápido una gota, y en ella todo un mundo, el universo y luego pasa por la luz. Se refracta, y con la refracción me transporta, y me veo ahí. Soy yo pero no lo soy. Y estoy ahí, pero no sé dónde. Lo veo todo pero no a mí, pero si me siento. El cansancio  que se posa en mi espalda, las ojeras que se marcan mucho más allá de lo que la genética tenía planea. La resignación y frustración de estar envuelto en el resultado de lo que parecen malas decisiones. Estoy ahí, sentado frente a un computador y no entendió que hago. Logro mecanografiar con agilidad lo que parece aprendido de memoria, una y mil veces. No entiendo porque lo hago, pero fluye. Me angustio, ese no puedo ser yo y reniego. Me veo dar un gran sorbo a una taza de humeante café y se me ilumina el rostro. Me reconozco, ese debo ser yo. No lo entiendo y lo reniego nuevamente. Aunque mi cuerpo y mi ser parecen encajar en el contexto y realizar sus funciones con total armonía, una parte de mi mente grita y quiere salir de ahí. No lo entiendo.
La lluvia sigue y cae y con cada gota un mundo de posibilidades. Nuevamente estoy parado en medio del puente, es de noche y la lluvia cae, vuelvo a respirar profundo y sentirme pleno. Me asusto de momentos con el fugas recuerdo de ese rara experiencia en la que aparecía yo en otra vida. Me asusto de momento y avanzo, camino afanoso fuera del puente. Me consterna la idea de la felicidad  del momento vivido, lo lábil de sí misma y la posibilidad de perderle todo, incluso a mí mismo. Intento de momento, adentrarme en mi mente para conseguir una idea, un ancla sólida que me dé tranquilidad  al respecto de lo seguro que se ve mi ahora. No entiendo que sucede, volteo y abro los ojos. Se dirige a mí una gran luz. me envuelve.
Soy yo, en mi cama, despertando entre sueño, como de un episodio de apnea. Estoy muy sudado por los calores propios del verano, me siento agita. Intento, pero no lo consigo, recordar lo que hasta hace unos momentos sucedía en mi mente, dormido. Veo el reloj y son las 5 pm. Me debo arreglar para irme a trabajar. Llego al consultorio, mi incierto turno nocturno de urgencias. Me sirvo algo de café en  una taza y me pierdo en mi mente. Intento sin frutos divagando y navegando en los recovecos de mi inconsciente, tratando de encontrar esa parte de mí, en ese lugar que desconozco, pero que anhelo. Intento aferrarme a un recuerdo incierto, que parece solo una sombra pero que no logro materializar.
Y aquí estoy, ahora, forzándome a ir, a ser ese otro yo que quizá solo exista si sueño.

fundación 
Abril 2019

miércoles, 17 de abril de 2019

CON LAS UÑAS

Hoy compre un iPad. Espero que esta sea la motivación que he estado esperando para poder avanzar con los proyectos que aun no emprendo, pero que han estado en mi mente.
Realmente se me ha vuelto difícil, casi que imposible, el emprendimiento. En todos sus sentidos.
Es absurdo que ideas tan sencillas como iniciar, en incluso continuar series de tv - netflix - hoy me resulten algo difícil, imposible.
He meditado mucho respecto a la razón de todo esto. Creo firmemente que estoy inmerso en una depresión, o en algún proceso del expectoro del descenso del animo. Me resulta increíble darme cuenta que a mi edad, corta si bien se quiere ver así, o larga si la obscuridad y la razón me absorben, que el emocionarme me resulta una tarea imposible.
Es imprescindible para poder lograr un avance en la línea de la vida, conservar una ápice de esencia del ser, esa que está ahí desde que ya somos. El asombro, la fascinación de la edad, del ser niño desde los ojos. Eso es algo que creo enteramente necesario y que hoy siento se me ha castrado. Solo ahora lo noto.
Es que inicialmente esta no era la intención de todo esto. Resumo, he comprado un iPad y busco motivarme. Pero me resulta curioso el hecho de que todo gire en torno a mis demonios no exorcizados, mis demonios sedientos de razones y de por qué.
Cundo pienso en mi infancia, me veo por mucho, simplemente cegado por lo propia de ella misma. Del inconsciente de la edad y de el no necesitar razón., me fascinaba por todo y por nada; por la arena, los colores, el plástico y el aire. Hay grabado momentos en mi memoria a los que constantemente recurro en búsqueda de ese fuego que hoy siento ya extinto.
A veces consigo robarle una sonrisa a mi cara, otras veces, la gran mayoría de las veces, me veo ahogo por las lagrimas que sin buscarlas, retenerlas o controlarlas brotan de mis ojos de manera casi programada. Y es que últimamente lloro por todo y nada, casi que a diario. Al ver la televisión o escuchar música. La realidad, la fealdad y la belleza me conmueven por igual. Los iréis y devenires, la quietud, la calma como la euforia y agresividad del exterior.
Es que lo creo férreamente, estoy deprimido y no se que hacer. Me lleno la mente de ideas tontas que anhelo materializar de un futuro en el que me convierto en alguien que es la versión un tanto mas feliz de mi mismo. Lo suficiente como para sonreír nuevamente. Y aun así, no soy capaz de luchar por eso, ir y alcanzarlo.
No se ciertamente en que ira a terminar todo esto.
Lo que se es que hoy me aprehendo de este recurso buscando dar ese paso que llevo ya mucho tiempo aplazando.
Espero realmente, con mucha de esperanza, leer algún día algo de esto y lograr sonreírme y decir que lo conseguí.


17/04/2019
Siempre me quedarà - BeBe
Estoy escuchando Siempre me quedará por Bebe - vía Movistar Música