domingo, 1 de noviembre de 2020

TE MORISTE?

 REALMENTE LO PIENSO Y ENCUENTRO PALABRAS PARA DESCRIBIR A ALGUIEN QUE DELIBERADAMENTE TE HIERE, SABE QUE LO ESTÁ HACIENDO Y AÚN ASÍ ES CAPAZ DE PREGUNTARTE, VIÉNDOTE FRENTE A SUS OJOS, SI EL DAÑO QUE TE CAUSÓ ES EQUIPARABLE A LA MUERTE.

LO PIENSO AHORA NUEVAMENTE, LO ESCRIBO AHORA, Y ES QUE REALMENTE NO HAN DEJADO DE RETUMBAR EN MI INCONSCIENTE ESAS PALABRAS. TE MORISTE? CREO QUE LA REFLEXIÓN SE HACE NECESARIA EN CADA MOMENTO DE NUESTRA VIDA. CUANDO INTENTAMOS LOGRAR  O LOGRAMOS UN OBJETIVO O CUANDO LO PERDEMOS. PERO CREO QUE ES EN ESTA ÚLTIMA LUEGO DEL ESFUERZO INVÁLIDO Y DEL ENCARAR LA REALIDAD DE NUESTRO FRACASO ES QUE SE HACE INEVITABLE LA REFLEXIÓN. QUIZÁ Y HAYA MUCHAS MANERAS DE MORIR Y SIGNIFICADOS ENTRE TANTAS MANERAS.

LA PETITE MORT LE LLAMAN LOS FRANCESES -PEQUEÑA MUERTE- DE MANERA MÁS AMPLIA REFIRIÉNDOSE AL GASTO ESPIRITUAL QUE OCURRE LUEGO DEL ORGASMO, O A UN CORTO PERÍODO DE MELANCOLÍA O TRASCENDENCIA, COMO RESULTADO DEL GASTO DE LA “FUERZA DE VIDA”. UNA VEZ LEÍ QUE EL TÉRMINO TAMBIÉN SE ACUÑABA A LA FINALIZACIÓN DEL ABRAZO.

 MORIR TRES VECES. REZAN LOS VERSOS ESA CANCIÓN QUE ME ENCANTA TANTO Y QUE HOY MAS QUE NUNCA ME DICE TANTO. QUIZÁ PORQUE NUNCA LLEGO AQUEL CANSANCIO DESPUÉS DE LA MUERTE, LA PEQUEÑA MUERTE QUE NUNCA TUVIMOS.

QUE SI HE MUERTO, PREGUNTASTE EN TONO CASI DÉSPOTA Y DESOBLIGASTE.  QUIZÁ CON EL TEMOR CONSIENTE DE SABER LA RESPUESTA. QUIZÁ SABIENDO QUE NO SERÍA CAPAZ DE RESPONDERLA Y CON EL RECELO DE CONOCER DEL DOLOR QUE ME ESTABAS PROPICIANDO.

Y SI. SI QUE ME HAZ MATADO. A ESA PARTE DE MI QUE SE ESFORZÓ EN ESTAR AHÍ SOPESAR DE TUS TEMORES COLOSALES Y SOBREDIMENSIONADOS. SOPESAR DE LA FUERZA DESTRUCTORA E INAGOTABLE QUE PARECEN TENER ALGUNAS PERSONAS QUE NO CONCILIAN SUS LUCHAS INTERNAS. LO DIGO ASÍ, PORQUE CREO QUE TE RECONOZCO EN OTRAS PERSONAS. LO CREO, FIRMEMENTE AUNQUE YA ESO NO SIRVA PARA NADA.

ESCRITO EN LA MADRUGADA DEL 02/11/2020

FELIZ DÍA DE MUERTOS.

lunes, 14 de septiembre de 2020

Mi Realidad Soñada

 

Anoche tuve un sueño, el más viviendo que he tenido en mucho tiempo,  en el, las cosas eran justamente como antes de dormir y de un momento a otro la voz de una mujer me susurro diciendo… “ahora es el momento en que te tragaras el chicle”. Y entonces sucedió, me despierto entre golpe con la respiración cortada. Fue casi como un momento brusco de apnea. Quienes han dormido conmigo me dicen que ronco, que lo hago de manera fuerte. Podría jurar que sentir mi glotis vibrar con todas sus fuerzas y casi desprenderse, y en es momento de casi ahogo, despertar.

Recuerdo que tuve miedo, pero en realidad era una noche confortable,  así que pude retomar el sueño sin mucha dificultad.

No se cuánto tiempo después, estaba volviendo a soñar, esta vez el sueño volvía a ser casi tan vivido como el anterior y no podría decir que era la misma mujer de aquel susurro, pero nuevamente una, me hacía víctima de una  agresión arrojándome lo que en mis sueños me pareció aceite caliente, si de ese que se utiliza en la cocina. Realmente no fue gran cantidad, pero a manera de gotas alcanzo a caerme en el abdomen, solo de un lado. Me genero unas lesiones que en el sueño recuerdo muy muy dolorosas y que en mi conciencia dentro de lo inconsciente de todo esto, me vi llorar del dolor y pensar en mi saber médico, que estas sanarían y que seguramente estas dejarían marcas que se borrarían quizá después de mucho tiempo.

No recuerdo despertar exaltad después de todo esto. En realidad desperté un poco antes de que sonara la alarma, así que quise volver a dormir, y creería que lo conseguí.  Minutos después cuando el despertar fue por el retumbar de la alarma en mi celular, recuerdo levantarme e ir al baño y cruzar desnudo y de cuerpo entero frente a un espejo, y no ver las marcas, las cicatrices por las quemaduras y entender entonces que todo había sido un sueño.

Recuerdo darme un baño y pensar mientras pasaba el jabón, a donde se han ido las marcas, no puede ser solo un sueño algo que dolía de manera tan real. Yo se que están ahí.

Ahora, ya al final de un largo día, repienso todo esto. Repienso mi sueño e intento encontrar significado. Descifrar el mensaje oculto que se intenta entregarme a manera de película la cual protagonizo, como para enfatizar que tengo el rol principal.

Trato y no lo consigo eh, entender, descifrar, lograr decidir que significado puede tener todo esto.

Me aparto un poco de todo esto, y me encuentro en el ruido ensordecedor de mi silencio, en el que callo palabras, cosas que quisiera poder contar, tener a alguien que decir y no lo consigo.

Palabras que son pensamientos que se me atragantan en la garganta y me dificultan respirar. Que se quedan dentro mio y duelen, que aunque no las vea o las piense están ahí generando un dolor sordo que se siente ahí en la piel.

Y es que alguna vez escuche decir que el tiempo lo curara todo. Y que el amor tiene aristas y que son sus heridas las que nos mantendrán vivos. Y yo me pregunto, se podrá amar solo. Será falsa aquella tesis  de Benedetti que reza que “para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena conciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor”. Que yo no puedo estar herido, porque no hubo aristas, porque no hubo tal amor.

No lo sé. Solo creo que cuando pienso en mis sueños, termino divagando.

sábado, 29 de agosto de 2020

But It's Time To Face The Truth!!

 A veces es difícil retomar los pensamientos. Por eso inició esta escrito en una nota del celular. Son las 11:30 del 25/08/2020 y estoy en turno. No tengo pendientes y me disponía a dormir. Y pensaba. Pensaba en que no puedo pensar en nada distinto a pensarte. Que seguramente tú no harás lo mismo, porque te creo indiferente a todo esto de estos meses, de este año. Porque aunque así no lo fuera, que importancia tendría sino lo conozco, sino lo sé de ti. Si conservo la duda.

Pensaba en el vacío que siento, no por tu ausencia, sino por encarar la realidad a la que tanto le huí, y es que nunca estuviste ahí. Solo fuiste un espejismo, mentiras con las que construiste sin nada de esmero la fachada escueta con la que te mostraste a mí.

Todos estos pensamientos que se han vuelto recurrentes. Que se tornaron incisivos y que por tal razón hace ya un par de noches decidí no ignorarlos y encararlos “…it's time to face the truth” reza la letra de uno de esos artistas de todos mis afectos.

Y digo esto, porque sin saberlo en ese momento, no hace mucho realmente, fue de mis mejores decisiones, zambullirme de golpe en esa incesante tormenta de reproches de mi subconsciente y regalarme algo de tranquilidad, que me permitió dormir de manera reparadora.

Todo es una ironía, un sin sentido. Sino hay un propósito en nuestras acciones, que propósito tenemos nosotros mismos. Me vuelvo el  más renegado nihilista cuando  con pretendo ser trascendental.

Creo que el hecho de permitirme encarar las cosas y atreverme a pausarlas. Es decir, asumir mi realidad en un momento, conciliar mi sueño y retomar ahora un par de días después, es la muestra mas fehaciente de que necesito respirar sin importar que pueda suceder. El mundo ha sido mundo desde mucho antes de mi, seguirá siéndolo seguramente después de mi. Entonces que me preocupa. Mi mundo. Yo como individuo, como ser unipersonal ensimismado y egoísta. Realmente en ese plano de ideas, la realidad me reconforta tremendamente al entender que no hay mal que por bien no venga –sabiduría cósmica- que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante. Lo que ha debido de ser, será. El río, al final de los días, recobrara su cauce y arrasara a la mas erguida de represas.

Descansaran desde hoy todas mis angustias, porque me lo merezco. O al menos eso espero.

viernes, 24 de julio de 2020

EN LA URGENCIA DE UN HOSPITAL

A veces siento que en esta vida soy más un espectador que un actor con un rol definido.

De momentos, me veo en reiteradas ocasiones absorbido por el silencio ensordecedor de cuadros que retratan de manera tan cruda la miseria humana. Tanto que me cuesta reconocerme, identificarme.

Y no es que me falte empatía, ni menos que menos. Solo que imaginarme a mí en tales situaciones me resulta siempre inverosímil y termino aturdido por el ruido del silencio. Tinnitus.

En ocasiones y de breves momentos me descubro a mí mismo con una lucha interna por no derramar una lágrima que convierta en más absurda la experiencia.

Es que como lo digo, parezco siempre la figura del espectador, sin líneas, parlamento, sin señal de entrada en la breve escena que es la vida.

Mi profesión nunca ha sido de ayuda y aunque constantemente me esfuerzo en hacer notar que esta es solo una parte de mí, en este aspecto, me ha confrontado en múltiples ocasiones a situaciones como estas y me hace pensar que en ese sentido soy un poco más de ella, que ella de mí.

“No se ha vivido hasta que no has llorado encerrado en el baño del hospital” así rezaba la frase que hace pocos días una colega y conocida compartía en su perfil de red social y yo reaccionaba identificado y a su vez compartía como propia con mis contactos. Y es que, si le he robado bocanadas de aliento a la vida, ha sido en estos momentos, o mejor dicho, me los ha robado ella a mí.

Vivir la muerte tan de cerca y a la vez en una posición de “seguridad” nunca en ningún sentido se hace placentero. Lo digo como opinión personal, pero me permitiría decir que hablo por todos los que comparten conmigo posición, zapatos.

La vida es efímera, un parpadeo, lo único verdaderamente paradójico, cierto e incierto desde el primer aliento, desde el primer suspiro.

Todas estas líneas, como preámbulo para decir lo que hace un par de horas llevo atravesado en la garganta, robándome el aliento y haciéndome alucinar con sintomatología de la bendita virosis de momento, de la pandemia.

Y es que hoy ya eran las 19:40 y llegaba a mi trabajo en el servicio de urgencias y una mujer me preguntaba por su esposo. Yo desconocía de quien se trataba pero me apresure a enterarme para darle información.

Cuando me acerco a ella y le comento el delicado estado de salud de su esposo, esta me responde que ya lo sabía, pero lo que quería decirme era que se había venido a acompañar a su espeso desconociendo que no podría ingresar a hacerle compañía por políticas de la clínica debido a la pandemia y que vivía en un municipio cercano, pero por la hora y debido al toque de queda le era imposible regresar a su casa.

Realmente quise saber que poder hacer, pero no fue así. Y quizá está viéndome desde un principio, pudo intuir que en mi estaba esta voluntad aunque no percibió que sería frustrada.

Habría deseado saber qué hacer, darle una palabra de tranquilidad y alivio para esta situación, pero no fue así.

Esta solo atinó a decir por ultimo. Al menos hágale llegar estas cosas que le he traído.

Y saca de una pequeña maleta una bolsa y empieza a separar prendas de hombre y de mujer.

Ella guardaba las de mujer en la bolsa, mientras decía que las había empacado pensando que se podría quedar. Y mientras empacaba las de hombre en la maleta, entre esos un una pantaloneta y decía, espero que aún le quede, hace mucho no se la pone.

 Realmente para mí la vida se va en suspiros, en momentos como estos, en los que simplemente observo, soy espectador de situaciones en las que deseando poder hacer algo, no sé qué hacer.

Quizá sea un impedido emocional, de voluntad.

La vida también es, por momentos, el dolor y la angustia reflejada en lágrimas que corren por si solas por las mejillas equivocadas. Y es que como se puede llorar por algo o alguien si se es solo  un simple espectador.

Para mí la vida son las lágrimas, del día a día y por momentos, esa taquicardia permanente que me recuerda que vivo fuera del tiempo, de sincronía y vibraciones de este mundo en el que voy convulsionado y acelerado por sus realidades y del que estoy convencido partiré a mi tiempo, aunque más pronto que a tiempo.  



lunes, 22 de junio de 2020

Me he peleado con mi madre.

Y es que las razones a veces parecen tantas, tan obvias, tan casuales, tan únicas, tan predecibles e impredecibles. Tan ella y tan yo pareciéndome a ella que me resulto inevitable pensar. Y es que mi madre nunca te saludaría. Si, tu que lees esto, porque me conoces y seguramente yo mismo te lo he compartido. Tu que quizá cuestionas “mi fortuna” y menosprecias  “tu desgracia”. Tú que a gritos y patadas pides y pides compresión y nunca te detienes a pensar en los demás, sobre todo en aquellos que te quieren y pierden la pena o les resulta inevitable al demostrarlo.
Ella, mi madre, te vería y recordaría de donde te conoce. Tiene tan buena o incluso mejor memoria que la mía. Le resultaría imposible disimular su gesto de desaprobación, de descontento y siempre que lo pueda, te ignorara. Y sino tiene más remedio, te saludaría por una decencia que se le nota más fingido que el saludo en sí mismo.
Y es que estoy hablando de mi madre. Y si, es que me resulta al parecer cruel y casi vomitivo hacerlo de esta manera, pero me estoy reconociendo solo a mí. Y es que con la herencia no solo se viene lo bueno, a veces también se viene lo malo y lo feo. Y hoy, este espacio, es para hacerle alegoría a esto o parte de esto.
Mientras me cuestionaba, porque me resulta imposible no hacerlo, es que si no tengo a alguien en frente mío demandando mi atención, cuestionarme es todo lo que hago. Lo hago mientras escribo esto, lo hago desde que despierto,  mientras veo un programa en tv, mientras leo un libro, cuando respondo un examen, hasta cuando me acuesto. Cuestiono todo y cada cosa, aspecto o detalle de mí. Y hace un rato, luego de terminar mis obligaciones laborales, iniciando este rutinario turno nocturno de un seis de  junio de dos mil veintiuno y  en medio de una pandemia que ha agotado más las fuerzas mentales que las físicas o la salud en si misma (visto desde este hemisferio, aclaro),  pensaba en mi madre, la cuestionaba y me cuestionaba.  Y también pensé en tu madre seguramente y más que todo en la madre de las personas con las que de alguna manera he coincidido en esencia y he intentado vibrar en la misma frecuencia. Pensaba en su fortuna vista desde mis ojos quizá traicioneros como lo son los sentidos y desdeñaba de la mía, de mi realidad y mi experiencia.
Pensaba en aquella mujer, madre de mi primer amor. Y créanme que sonrió con picardía, y quizá al tener un espejo podría notar si me he sonrojado o no, al describirlo de esta manera. Pensaba en lo madura que es, y en la expresión de su mirada que intuía amable y placentera.  Pensaba en lo absurdo de la pretensión de creer que a tus treinta y tantos de ese entonces y a mis veintitantos, ella no le resultaba obvia la realidad. Pensaba en su necesidad de ser amable, no sé porque,  me parecía quizá queriendo serlo para él. Es decir, que se notaran sus maneras al tratarme y se sintieran para con él.
Pensaba en la madre de aquel chico que llego a recordarme que debía continuar y no de cualquier manera, sino de la manera propia de alguien de mi edad. Pensaba en lo alcahueta que era, queriendo desmedirse en amor, quizá porque está en su esencia y en la manera como este abusaba de tal sentimiento. Me resulto irresponsable después de todo aquel chico, pero es que a esa edad quizá viene bien serlo un poco. No pensar o cuestionarse  tanto y simplemente ser o no ser y ya está.
Luego pensé en la madre que menos conocí, que menos ocasiones tuve de ver y que menos trate,  pero que no sé porque pienso tanto. Quizá por todo lo que escuche de ella y me cuesta procesar y asimilar. Quizá porque su trato y su persona, me recuerdan no sé qué, que no escribo.
En fin, me cuestionaba y pensé en todo esto.  Es que mi madre nunca te saludaría.
Pensé en el impulsivo deseo de matar a una madre que título aquella película de un director de todo mi agrado.
Pensé en las acciones desmedidas de aquella madre de huye de todo por un hijo y luego vuelve sobre sus pasos por la misma razón, en todo sobre ella, la madre.
Pensé en el instinto animal de toda madre y que en agudas notas cantaba aquella chica, que aun siendo madre, se quitó la vida.
Pensé en la madre de mi madre y en el no haberla conocido. Pensé en que aquellos recuerdos que ahora conservo como propios, pero que son de mi madre y en los que la recordaba recitando aquel proverbio que le gustaba mucho y que reza que “mejor es un bocado seco, y en paz, que casa de contiendas llena de provisiones”.
Volví a pensar en mi madre, y en el título de este escrito,  en el hecho de que me cuesta aceptar su actitud hostil para como mi realidad. En el hecho de que aunque se esfuerza no puede superar algo que le resulta instintivo y que es más grande que nosotros. Yo no tolero su rechazo y ella no puede obligarse a no hacerlo, a cambiarse.
La verdad y a fin de cuentas, todo esto me resulta siempre conveniente y terapéutico. Es decir, pensar/cuestionar lo que me molesta y luego entender que nada  en esta vida es definitivo y que lo mejor que me pudo pasar es tener a mi madre tal cual me toco. Que tenemos momentos, buenos y malos, que es necesaria reconocer los unos para disfrutar de los otros.
 
 
Este escrito se acompaña de una canción (Vallenato) y de la imagen de una cita (Rilke)


martes, 7 de abril de 2020

El mensaje en la botella que arrastra el mar.



Hemos sido el uno al otro, como un día de playa de verano, en medio de todo el caos rutinario.
Me diste un respiro de aire puro y fresco, que me ha removido los tuétanos. Que me ha recordado que puedo, debo y me merezco sentir todo aquello que tu, con tu metro ochenta y siete, piernas largas y fornidas, cabello lacio oscuro y piel clara despertaría en todo aquel que le mire con deseo.
Espero yo, haber sido para ti, cuando menos el 10% de toda esta chispa que por breves instantes me haz permito experimentar. y es que, que injusto resulta el imaginarme recibir sin entregar. Me haz dado mucho, tanto que me cuesta entender que este día de playa de verano con brisa fresca, es solo eso. Y que tanto tu como yo debemos volver a nuestras atormentadas realidades. Espero que al igual que yo, tu puedas hacerlo ahora con energías renovar, sintiéndote fuerte e indestructible y con la idea, la meta clara de derrotar todo aquello que te hizo coincidir junto a mi, a esta mansa playa de arena blanca.
Qué hay reproches, claro. No todo puede ser perfecto, aunque desconozco tal cosa, y no pretendí serlo o que lo fueras. No pretendo encontrarlo o lograrlo.
Hoy se que todas estas ganas de ser mejor vienen de ti. Que este anhelo y deseo de crecer y cultivarme me lo haz dado tu. Y te lo agradezco, realmente no sabes cuanto.
Me reprocho, el quizá, no haberme mostrado tan fuerte y claro ante tus ojos. No haber quitado esa venda que cargas y te ciega, a ver lo grandioso que eres y hacia donde debes dirigir toda esa ferviente, juvenil y viril energía. Espero tiernamente, que puedas ser un tanto benevolente conmigo por tan grande falta.
Hoy eres mar, arena, sol y brisa cómo está playa en la que estamos. A la que un día llegamos y de la que debemos volver. Porque intento y no lo consigo, entender, pero me toca aceptar. Y lo hago. Pero a la vez pienso en que coincidiré algún día con alguien mas, como espero tu lo hagas, y nuevamente haya sol, mar arena y brisa.
Son tus labios la espuma de esas olas de las que esperaría siempre el va y ven, y de las cuales acepto el tener que partir.
Y brota el salado mar de mis ojos, cuando no consigo aquel ultimo beso en mis recuerdos. Y quisiera negar todo esto y rehusarme a la realidad. Pero el aferrarme es un recurso del que me pides no me valga mas.
Lo siento en los pulmones, como encharcados y oprimidos por mi tórax. Mis intestinos, que suben por mi estomago hasta mi garganta y la envuelven y la aprietan, me estrangulan, casi no respiro. Me ahogo en la ansiedad de reconocer este panorama como familiar. Y mas aun al recordar, que aunque recurra a la rabia, nada cambiara, siempre ocurrirá igual. Y es que fuimos brisa fresca en nuestros rostros. Eso fuiste para mi y espero haberlo sido para ti. y se que esto es solo inicio del camino el cual recorreremos volando, tu con tu esencia y tu magia, hasta refrescar la cara de alguien mas.
Me asusta un poco la idea de lo que viene, del día a día. La cotidianidad. El paso del tiempo que nos distorsionará. Me aterra pensar que no me pensaras igual, que no te pensare igual. Que seremos rostros distintos hasta que nos borre el olvido. Que un día cualquiera al volver a casa, no te reconozca mas, que quizá hayas sido el extraño del pasillo al que pretendí ignorar, porque no esta.
Vamos de regreso, fuertes y valientes, de una vez y definitivamente por todas a la realidad. Vamos a cambiarla, seguir siendo mejores y a volar y soñar y sentir otras playas y otras brisas y despeinar a alguien mas.